A menudo no somos suficientemente conscientes de la influencia que tienen nuestras creencias, pensamientos y sensaciones en nuestras acciones. Las decisiones que tomamos, incluso aquellas que consideramos que son racionales y que se han adoptado en base a información objetiva, pueden estar determinadas por sesgos cognitivos.
Es evidente, pues, que estas motivaciones que nada tienen que ver con la lógica pueden condicionar nuestra vida personal. Pero ¿son realmente importantes los sesgos cognitivos en el ámbito empresarial y de gestión? Las personas expertas lo tienen claro: pueden afectar a la evolución del conjunto de las organizaciones, influyendo en su capacidad de innovación, en su competitividad y en su funcionamiento interno.
Los factores que a menudo tienen más peso que la razón y la lógica en la toma de decisiones y que suelen desembocar en sesgos cognitivos son la influencia social, las motivaciones emocionales o étnicas y las implicaciones culturales. Pero no podemos obviar otros aspectos que también pueden derivar en sesgos. Es el caso de las distorsiones que pueden producirse en la recuperación de los recuerdos.